Comienza el Juego

Bienvenid@, navegante:


Te propongo un juego.

Recítame, cuentéame o dibújame algo que te inspiren los cumpleaños.

Mándamelo a mi mail y juntos crearemos el principio de una publicación.

¿Te atreves?

sábado, 22 de mayo de 2010

Haiku de cumpleaños, de Antonio Orihuela

para Elisa y Reli



Tras meses de lluvia

toda la colada, de nuevo, en la azotea

brillo en los ojos, carcajadas

domingo, 16 de mayo de 2010

Cumpleaños, de Alicia Colmenar

Te regalo un día de la vida que no tendremos, un amanecer en un ático, un cuerpo de niña (de 14 años) abrazado a un cuerpo de niño (de 13 años) bajo un par de mantas, sobre el suelo de una terraza, rodeados de cervezas y un cenicero negro lleno de colillas.

Te regalo algunos besos bajo un sol aún bajo y diez dedos de niña enredados en un pelo tan denso que podría ser rojo.

Te regalo algunas risas, algunas cosquillas, el juego de la madrugada en una terraza llena de botellas vacías. Y una mañana jugando al paddle con un par de amigos mientras ella duerme (apenas saciada) entre las sábanas de una cama recién estrenada. Y un baño en una piscina, él sudoroso del partido, ella recién despertada, cuando el sol está ya tan alto que les abrasa la piel demasiado sedienta, demasiado pálida.

Te regalo una comida informal en una terraza (cecina, pan recién hecho, ensalada de tomates, más cerveza), un café con los amigos, una partida de mus a media tarde. Y una película para dos o para seis o para cuatro y tres pizzas en un horno y un par de copas en un ático antes de cambiarse de ropa, él camisa negra, ella botas altas, y salir a tirar unos dardos. Y más cervezas y algo de música, la música de siempre, la banda sonora de tantas noches sonando tan cerca… y alguna broma, alguna carcajada, alguna barbaridad soltada al aire, alguna palmadita en la espalda, algún amigo que se va pronto, algún amigo que llega demasiado tarde… y dos niños que encuentran alguna esquina en la que perderse antes de volver a casa.

martes, 4 de mayo de 2010

Regalo de Cumpleaños, de Ana Patricia Moya

Hoy cumplo quince años. Invité a mis amigos y a mi novio a una gran fiesta en casa, aprovechando la ausencia de mis padres. No faltó de nada: alcohol, regalos - entre ellos, el disco nuevo de los New Kids on The Blocks, un precioso jersey rosa y la novela de Mujercitas -, música, una estupenda tarta de chocolate que ha preparado mi mejor amiga para la ocasión. Mi chico estuvo de lo más cariñoso y atento: no paraba de traerme copas y cigarros, de susurrarme palabras, algunas tiernas, otras cachondas. Yo no quería que esa noche tan mágica acabara. Todo era exceso. Las horas de diversión, entre risas y bailes transcurrieron rápido. Y en la madrugada, despierto, medio desnuda, en el sillón del salón desordenado, con la cabeza dándome vueltas. Algo sube por mi garganta. Vomito en el suelo, sobre la humedad de botellas de ron y whisky derramadas, el desorden de bolsas de patatas vacías y vasos de cristal rotos. La mano sujeta mi frente pesada. Intento recordar. La piel expuesta a este frío mes de invierno tiembla: en mis pechos, huellas de dientes, en mis brazos, hematomas. Y al asomarme entre mis piernas, sangre. Y una punzada de dolor recorre mi vientre. Y recuerdo. Cuando regresó el silencio al piso, a solas con mi amante ansioso, me entregó su especial regalo de cumpleaños. Se bajó el pantalón y me enseñó su orgullo erecto, preparado: me dijo que su regalo era convertirme en una mujer completa, a pesar de mi negativa, pero el cuerpo no obedecía, y aparte, que la última imagen, borrosa, es la de su puño chocando contra mi cara…

Tengo quince años. A pesar de la humillación, ya soy toda una mujer.